Tenemos relevo.
Si, hay relevo. Para
quienes daban al ciclismo español como acabado, ha debido sentarles como una
patada en plena badana la buena actuación en La Vuelta de Carlos Rodríguez (2001)
y Juan Ayuso (2002). Hemos tenido que escuchar durante años estas penas y malos
augurios, hasta que de golpe y porrazo las victorias en Grandes Vueltas han,
efectivamente, vuelto. Muchos comentarios de estos vienen de aprietateclas que,
poco o nada saben de ciclismo más allá de los resultados de Procyclingstats,
gran labor la suya, por cierto.
La situación del ciclismo
nacional, sobre la cual hasta uno mismo ha pecado de ser pesimista, no es la
misma que la de países vecinos, que parecen haber encontrado la fórmula para
desarrollar ciclistas profesionales listos para ganar donde y cuando así se
necesite. En España, la cosa va más lenta y con la retirada de los “tres
magníficos” (Valverde, Contador y Purito) todo parecía acabado. Más aún cuando
otros grandes nombres pierden comba o “wattios”, más del argot. Los Izaguirre y
Herrada, los Nieve (anunciada su retirada), los Castroviejo etc, no pedalearan
para siempre, pero no todo es de color oscuro.
Ya levantan los brazos
Cortina, Aramburu, Lastra, García Pierna, Lazkano, Azparren, Adriá… Y ya lo
hacen también Arrieta, Romeo, Murguialday, Barrenetxea, Romo, Rodríguez y
Ayuso. También llaman a la puerta en sub23 López, Franco, Tercero, Serrano,
Berasategui y Balderstone, entre otros. Y la nómina es más larga, mucho más. Antes
de terminar de escribir y publicar pido perdón a los nombres que me deje fuera
de esta improvisada lista.
Por esto, quiero romper
una lanza a favor de la paciencia, del respeto a la no precocidad en
rendimiento de nuestros ciclistas y del no convertir el ciclismo en un estercolero
de exigencias y críticas infundadas, porque las grandes victorias volverán, las
exhibiciones y alabanzas volverán, con otros nombres y otras piernas, pero
volverán. El ciclismo fue, es y será así. Y si no que le pregunten a Bartali
por Coppi o a Hinault por LeMond. O, más cerca, miremos a nuestros vecinos
franceses. Pero, no, no metamos el dedo en la herida y preguntemos por el Tour.
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